“Ceiba Bruja”, maravilla del Tequendama
Al llegar a la Inspección de Pradilla, un kilómetro más adelante luego de tomar una vía destapada hacia la Vereda Las Palmas en Mesitas de El Colegio, la pupila no es suficiente para contemplar en su totalidad, la maravilla que la madre naturaleza dispuso en ese lugar; una inmensa Ceiba llena de esplendor y belleza, ubicada en una zona alejada del ruido, las construcciones y pavimentación, a veces desapercibida entre quienes la tienen cerca pero impresionante por su imponente tamaño, así como una hermosura exótica y exuberante que las aves saben aprovechar a plenitud como lo manifiestan con alegres vuelos que entre dulces cantos, armonizan los colores y la fantasiosa naturaleza del lugar.
“Dicen a su paso por esta región fue Simón Bolívar el que puso la semilla para sembrarla”, refiere el único transeúnte que encontramos por el lugar; “unos cuentan que debajo de la Ceiba dejaron una botella con un pergamino guardado, por eso varias personas han tratado de buscar por la tierra”, dice otra vecina, casas arriba del frondoso árbol.
María Disney Giraldo Cárdenas, es oriunda de Antioquia, lleva tres años viviendo allí y tiene su casa justo en frente de la Ceiba, con el entusiasmo característico que irradia el acento propio de su tierra dice, “¡es un espectáculo, algo maravilloso!”, al tiempo que señala, “soy privilegiada por tenerla al frente, nos inspira tranquilidad mientras nos aporta aire puro”.
Cada que pasa alguien por allí, no puede evitar tomarse una fotografía con el árbol, cuenta María Disney, aunque en la práctica debe hacerse desde una distancia bastante considerable, pues retratar en una sola imagen su inmensidad, no es tarea fácil.
Hace unos cuatro meses, muchos de los vecinos con los que nos encontramos, vieron florecer por primera vez este ejemplar, eran frutos de unos cinco cm de largo, en forma de cápsulas que se abrieron por sí solas conteniendo numerosas semillas, que en forma redonda se dispersaban entre una lana de color blanco y al pasar los días tomó color bermejo.
“Es la primera vez que la vemos así”, explicó la propietaria de una tienda ubicada unos 30 metros arriba quien toda su vida a habitado este lugar.
La textura de sus frutos se pueden asemejar con el famoso “diente de león” que al soplar vuelan por el aire; así eran estos copos que al palparse se sentían como algodón, al ser tomados en la mano podían sentirse suaves, voluminosos y listos para volar, y son los prudentes hijos de esta maravilla natural ubicada en el corazón del Tequendama, en un escenario conocido por pocos, pero querido por muchos.
Anímense a conocer, esta maravilla que nos dio la naturaleza, así como a cuidar esas especies de flora con la que cuentan en su hábitat, para permitir que sean muchas generaciones las que puedan disfrutar de historias como éstas.